Friday, January 2, 2015

EN BUSCA DE LA DIMENSION DIVINA



 
 
  
Algunas declaraciones del papa Francisco I respecto a la aceptación de la Iglesia Católica de la teoría del Big Bang que explica  la creación del universo según la comunidad científica mundial, parecen sorprender a muchos, principalmente a los creyentes ortodoxos e irracionales que aun defienden la creación bíblica del Génesis;  es necesario poner en conocimiento a las personas creyentes que la Biblia no es un libro de corte científico, ni histórico, es más que todo un libro de orientación religiosa, así que la mención que hace respecto a la creación divina no tiene implicancia científica. La teoría del Big Bang planteada por el sacerdote astrologo y astrofísico belga Georges Lemaitre  en 1931, quien propuso la idea de que el universo se originó con la explosión de un «átomo primigenio» o «huevo cósmico» o hylem, además reafirma la interesante conceptualización de que nuestro universo tuvo un inicio por tanto tuvo que haber una mano divina para ello. Rice Broocks en su reciente obra “Dios no está Muerto; la evidencia detrás de la película” argumenta con cierta solidez la relación que existe entre creacionismo con el comienzo del universo, puesto que nada comienza al azar; siempre existe una causa divina para ello. Estoy de acuerdo con esa visión creacionista; empero la idea que tenemos de un  Dios creador muy personalizado, que digita los destinos de nuestra humanidad, pierde solidez argumental cuando observamos a través de la historia que nuestra humanidad se desarrolló sin un patrón preconcebido hasta llegar a formar la civilización actual con todos sus  adelantos tecnológicos y sus miserias espirituales y morales. Cuando aparece nuestra especie, el homo sapiens, sobre la faz de la tierra hace cerca de ciento sesenta mil años; no hubo nadie quien lo guiara ni enseñara la manera de desenvolverse en su medio; nuestra especie tuvo que aprender a través  de la experiencia cotidiana a sobrevivir de los grandes animales depredadores, a aprender a cazar pequeños animales, recolectar frutas o semillas para su sustento diario y agruparse en pequeñas comunidades identificadas por lazos de parentescos llamados clanes; largo y penoso fueron los años que transcurrieron para aprender la manera de sobrevivir en un mundo tan agreste como la tierra de entonces; como toda especie animal cada clan marco su territorio defendiéndolo a muerte de cualquier invasor de su misma especie por instinto de supervivencia.   ; el proceso de aprendizaje para formar sociedades con ciertos rasgos de cultura fue muy largo, se calcula unos cien mil años,  el hombre recién forma comunidades con desarrollo cultural cuando conoce la agricultura hace cerca de nueve mil años y luego da el gran impulso de formar civilización con los sumerios hace cerca de siete mil años. El aprendizaje del hombre para formar civilización no fue tan fácil, no hubo divinidad alguna que lo guio, en todo caso el hombre quiso tener una divinidad muy personalizada a su clan para que lo cuidara. Es posible que Dios no se manifestara tal lo como pensamos o como lo teologizan todas las religiones.  Einstein siempre creyó en un universo maravillosamente ordenado y “organizado, obedeciendo ciertas leyes, pero solo entendemos las leyes vagamente. Nuestras mentes limitadas no pueden captar la fuerza misteriosa que balancea las constelaciones." (Viereck, George Sylvester. "Glimpses of the Great". Duckworth, 1930. p. 372-373.; También en Einstein: His Life and Universe por Walter Isaacson, p. 386) dando a entender que las leyes que rigen el universo está basado en un orden preestablecido (¿Acaso por alguna fuerza divina?). Einstein no creía en un Dios personalizado como lo atribuían la mayoría de las creencias religiosas, nuestra humanidad a través de la historia siempre quiso creer en un Dios con todos los sentimientos de las pasiones humanas, en cambio Einstein no lo concibió así, en cierta ocasión manifestó: "Creo en el Dios que se revela a Sí mismo en la armonía de leyes del mundo, no en un Dios que se preocupa por el destino y las acciones de la humanidad." (24 de abril 1929, en respuesta a la pregunta de Herbert S. Goldstein: "¿Crees en Dios?". New York Times, 25 de abril 1929).  Años después en una carta dirigida a uno de sus alumnos escribió: "Cualquiera que está seriamente ocupado en la búsqueda de la ciencia se convence de que un Espíritu se manifiesta en las leyes del Universo - un Espíritu sumamente Superior al del hombre, y uno ante el cuál nosotros con nuestras modestas facultades nos debemos sentir humildes. De esta forma la búsqueda de la ciencia lleva a un sentimiento religioso de un tipo especial, que es de hecho bastante diferente de la religiosidad a alguien más ingenuo." (24 de enero de 1936, en una carta a un alumno llamado Phyllis Wright. Einstein y la religión: Física y Teología (1999), Max Jammer, p. 92-93.). La pregunta entonces que nos planteamos es: ¿Cuál es el propósito de la existencia de este universo material? Los actuales estudios de la física cuántica están llegando a la conclusión de la existencia de varias dimensiones o multiuniversos paralelos explicando de esta manera los fenómenos de las partículas subatómicas en el microcosmos cuando estas aparecen aleatoriamente para luego desaparecer y volver  a aparecer en otro lugar. La conceptualización de la existencia de varias dimensiones que interactúan entre sí podrían explicar no solo el fenómeno descrito líneas arriba sino también el paradigma que representa para la ciencia la existencia de la Fuerza Gravitatoria, así como la existencia de aquella energía que mantiene en equilibrio todas las leyes que rigen estos universos materiales (tanto en el microcosmos como  el macrocosmos); esta gran energía de la que no tenemos el mas mínimo conocimiento y que solo sabemos  de su existencia por sus efectos; es la que proviene de aquella  dimensión  espiritual que fue antes de los multiuniversos materiales y creadora de ellas; es decir la dimensión divina donde habita ese gran espíritu que llamamos Dios; quien dio el soplo espiritual a todos los seres vivientes que habitan  en los millones de galaxias existentes en todos los universos para que evolucionen en cuerpos materiales en un proceso de aprendizaje y desarrollo espiritual para alcanzar, después de varias existencias materiales el grado de iluminación y retornar a aquella dimensión espiritual repotenciando los mundos materiales.  Actualmente nuestra humanidad ha logrado un desarrollo impresionante en el  conocimiento científico y tecnológico, sin embargo se ha estancado en el desarrollo espiritual.   A través de las diferentes civilizaciones de la antigüedad, han aparecido hombres iluminados con elevado nivel de conciencia tales como  Ramana Maharshi, Ramakrishma, Siddharta Gautama y Jesús  quienes han querido despertar nuestras conciencias por medio de sabias enseñanzas para distintos niveles de entendimiento, porque cada uno de nosotros tenemos un potencial espiritual dentro de sí que está dormido y debemos desarrollarlo; quizás esto no lo logremos en una vida, el aprendizaje a que está sometido nuestro espíritu en este mundo material quizás lo logremos a través de varias reencarnaciones, dependiendo del grado de nivel de conciencia que tengamos espiritualmente, cuando logremos el nivel superior de conciencia como un iluminado entonces nuestro espíritu ya no necesitara más estar atado a un cuerpo material, es el momento de retornar a aquel plano  o dimensión espiritual de donde vino, aquella dimensión espiritual que fue anterior y creadora de nuestro universo material. Jesús impartió enseñanzas para desarrollar nuestro yo interior, lastimosamente todo su ministerio  ha sido mal  interpretado y se ha incluido en su credo tradiciones paganas y un confuso dogma teológico que ha distorsionado el contenido de fondo de sus enseñanzas.  En el Evangelio Según Tomas (recogido de los manuscritos  hallados en Nag Hammadi en 1945) Jesús dice: “Si aquellos que os guían os dijeren: ved el reino está en los cielos. Entonces las aves del cielo os tomaran la delantera. Y si os dicen: Esta en el mar. Entonces los peces os tomaran la delantera.  Mas el reino está dentro de vosotros y fuera de vosotros. Cuando lleguéis a conoceros a vosotros  mismos entonces seréis conocidos y caeréis en la cuenta de que sois hijos del padre viviente. Pero si no os conocéis a vosotros mismos, estéis sumidos en la pobreza  y sois la pobreza misma”. En el Evangelio canónico de Juan 14 dice: “11  Creedme que yo estoy en Dios y Dios está en mí; de otra manera creedme por las mismas obras.  12 De cierto de cierto os digo: El que en mi cree, las obras que yo hago vosotros también  lo harán; y aún obras mayores harán porque son de Dios.” Lo que quiere decir que cada uno de nosotros tenemos esa chispa divina dentro de sí que debemos descubrir y desarrollar. Es esta nuestra humanidad, la que decide su propio destino nada está predestinado ni profetizado; es el nivel de espiritualidad del conjunto de nuestra humanidad el que decide   el bienestar o malestar del mundo material en el que vivimos. 

 

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